4 de febrero de 1905

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Un día como hoy  hace 118 años…

 

4 de febrero de 1905: estalla una revolución de la Unión Cívica Radical en diversos puntos del país.

La Unión Cívica Radical liderada por H. Yrigoyen, encabeza un nuevo alzamiento con el objetivo de lograr el viejo anhelo de terminar con el fraude electoral. El partido, inmerso en una crisis tras las derrotas de las revoluciones de 1890 y 1893, declara el 29 de febrero de 1904, por medio del Comité Nacional, la “abstención electoral de todos los radicales de la República”. En este contexto, se organizan levantamientos en Bahía Blanca, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario y Santa Fe que en su mayoría fueron sofocados rápidamente. Fue una de las rebeliones más importantes que sufrió la República, por el número de militares comprometidos, las fuerzas vinculadas y la extensión del movimiento. Se había trabajado con mucho sigilo, pero a pesar de eso, el gobierno estaba avisado de la situación. En la madrugada del 4 de febrero, el movimiento inició en la Capital Federal. Las medidas represivas, sofocaron en sus comienzos al movimiento. Los revolucionarios no pudieron asegurar el control del arsenal de guerra de Buenos Aires. El general Carlos Smith, jefe del Estado Mayor del Ejército, se anticipó y desplazó a los soldados yrigoyenistas. Las tropas leales al régimen y la policía recuperaron pronto las comisarías tomadas por sorpresa y los cantones revolucionarios radicales. En Córdoba los revolucionarios toman prisionero al vicepresidente José F. Alcorta y piden la renuncia del presidente M. Quintana, a cambio de su vida. El presidente no cedió y la amenaza no fue ejecutada. Se intentó detener al ex presidente Julio A. Roca, quien logró escapar a Santiago del Estero. En la misma redada fueron detenidos su hijo, el diputado Julio A. Roca, y Francisco J. Beazley, ex jefe de policía de Buenos Aires e interventor de San Luís. El gobierno nacional tras la contienda tomo represaría deteniendo, no solo a los radicales involucrados en los hechos, sino también a obreros agremiados e integrantes del anarquismo y el Partido Socialista. Tres meses después de los hechos H. Yrigoyen se presentó detenido en el Juzgado Federal, asumiendo toda la responsabilidad del movimiento. Luego de un breve interrogatorio fue dejado en libertad bajo fianza. Todos los detenidos e imputados de la revolución fueron indultados por el Presidente F. Alcorta, quien debió suceder tras la muerte de Quintana. Si bien la revolución no tuvo éxito en terminar de forma inmediata con el fraude imperante, este intento de sublevación sirvió para convencer a muchos de los dirigentes de la época en que se hacía necesario realizar cambios profundos en el sistema político vigente que se conseguiría finalmente en 1912 con la sanción de la Ley Sáenz Peña.

 

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