El 21 de septiembre de 1884

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Un día como hoy hace  139 años…

 

El 21 de septiembre de 1884: se inaugura la tradicional confitería Las Violetas.

 

Nació cuando el país estaba conducido por la denominada generación del 80. Era una época en que la Argentina prometía un futuro de grandeza. Las Violetas fue un testigo silencioso de una ciudad que crecía y ganaba espacios al suburbio.

El 21 de septiembre de 1884, en el remoto barrio de Almagro,  abrió sus puertas un solar que poseía inequívocas señales de refinada distinción, fundada por dos inmigrantes, se llamó Las Violetas porque toda la ochava estaba bordeada por canteros cubiertos de flores de ese color.

El revuelo no fue menor. Elegantes carruajes con curiosos aristócratas llegaban hasta las puertas del suntuoso y flamante local. Cuenta la historia que el mismo Carlos Pellegrini, futuro presidente del país, asistió gustoso a la inauguración, transportado por un tranvía especial acompañado por muchos de sus distinguidos amigos.

Ocupa un amplio local ubicado en la esquina de Rivadavia y Medrano de la ciudad,  una zona que en aquellos tiempos era de quintas, en los límites de la ciudad, cuando todavía recorrían sus calles, los tranvías a caballo, lejanía que no fue obstáculo para que de inmediato impusiera su presencia, como lugar de reunión preferido por los porteños.

Fue escenario de  varias películas, entre estas Boquitas Pintadas, La Mafia, Los amores de Laurita  y Sol de otoño, entre otras.

En su interior, la confitería posee una exquisita y lujosa decoración, hecha a base de revestimientos en madera, 80 metros cuadrados de vitrales franceses, arañas de bronce con caireles de cristal tallados a mano, fachada, escaleras  y mesas con mármol de carrara.

La vajilla con los impresos originales, e incluso el horno de panadería, que fue inaugurado con la casa y consumió en sus primeros años toneladas del mejor quebracho.

Con el paso de los años “Las Violetas” se transformó en un tradicional sitio de reunión para familias, hombres de negocios, artistas y políticos y guarda miles de historias de esas épocas en las que había un reservado para familias y un balcón desde donde una simpática orquesta de señoritas dejaba oír discretas melodías que no entorpecían la conversación.

Los maestros pasteleros, continúan en la actualidad, prefiriendo la utilización de cremas elaboradas y no dando lugar a los productos sintéticos. El champagne y la sidra siguen sirviéndose en copas, mientras el té sigue siendo la consumición preferida. Las tostadas con mermeladas caseras y los tostados  conservan la calidad de antaño.

El edificio fue declarado “Lugar histórico de la Ciudad” en 1998 por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.