Por: Rodolfo Barragán, Director Hemeroteca "José Hernández"

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La Opinión (1971-1977)

Una creación periodística salía a la calle

 

La historia no solo la escriben los que ganan, también se plasma a diario  a través de páginas de los periódicos, en especial en aquellos que han dejado su marca distintiva como es le caso del diario La Opinión de Jacobo Timerman a pesar de su corto período de existencia.

Entre 1971 y 1977 el país asiste a una sucesión gubernamental tan irregular como asombrosa que va desde el general Levington al Proceso de Reorganización Nacional iniciado por el general Jorge Rafael Videla, pasando por la convocatoria a elecciones del general Lanusse, el triunfo de Cámpora y su caída, la segunda presidencia del general Perón, su muerte, la presidencia de Isabelita y el período lopezreguista.

El diario se planeó de apuro. Los Talleres Gráficos Alemann, ubicado en 25 de mayo 626, dejó de imprimir el Buenos Aires Herald, y le ofrecieron a Jacobo Timerman sacar “algo” y que se le haría un muy buen precio. Abrasha Rotenberg hizo cálculos de ejemplares y avisos necesarios. El joven banquero David Graiver puso el dinero para concretarlo. Los mellizos Juan Carlos y Julio Algañaraz se encargaron de elegir los mejores profesionales. Horacio Verbitsky se encargó de definir el modelo gráfico que lo diferenciará de los otros diarios de Buenos Aires, de ser posible que no tenga fotos (para achicar costos).

Se asemejó al estilo inicial del periódico francés Le Monde, con un 90% de texto, caricaturas, algunos gráficos, ni una foto, solo las noticias imprescindibles.

La Opinión apareció  el 4 de mayo de 1971, con buena información, interesante, rico en cultura, pero duró poco este estilo. El país se encontraba ardiendo en una fogata y de golpe se convirtió en una especie de panfleto que apoyaba a la guerrilla y  criticaba duramente al gobierno de facto cuyo titular  era Alejandro Agustín Lanusse. Fue su primera etapa.

A pesar de dos o tres páginas de avisos por día, una venta entre 25 y 30.000 ejemplares de martes a domingos, se pagaba mejor que en otras editoriales.

La redacción funcionaba en los pisos 3º Y 9º de un edificio ubicado en Reconquista 585, con sillas, mesas y máquinas de escribir alquiladas. Cada sección tenía más gente de la necesaria, con el objetivo de que ciertos periodistas quedaran liberados algunos días de la obligación de llenar páginas y se limitaran a descubrir temas interesantes. La adopción de un periodismo interpretativo consistía en que cada acontecimiento se hacían explícitos los antecedentes, el contexto y las consecuencias.

Antes de cumplir un año de vida, se produjo un cambio brusco: había pasado de un estilo pluralista y objetivo otro pro guerrilla ultraizquierdista y de éste se desvió a uno que elogiaba a la dictadura militar. A cambio de no difundir acciones exitosas de los guerrilleros, no condenar excesos de las Fuerzas Armadas ni mostrar a sus hombres como torturadores o asesinos y no atacar las decisiones de Lanusse, La Opinión recibía todos los avisos oficiales, algunos privados de empresarios amigos de los militares y una óptima distribución del diario (a través del Cholo Peco)  un peso pesado del negocio periodístico. El actual senador nacional Rodolfo Terragno y periodista mandato cumplido, columnista del diario, era uno de los mas implacables críticos de la política oficial; Timerman intentaba modificar alguna de sus columnas sin consultarlo y dejando su firma. Terragno se instalaba en el taller gráfico por las noches y devolvía a sus textos el espíritu original antes de que entraran a la imprenta.

Los que no aguantaron este viraje ideológico del diario, fueron Horacio Verbitsky, Hugo Gambini, Francisco Paco Urondo y Miguel Bonasso entre otros, que fueron los primeros en renunciar.

En junio de 1972, estallaron dos bombas: una en la redacción y la otra en la puerta de la casa de Timerman, como consecuencia de ello, se fue a Israel con su familia dejando a su amigo Abrasha Rotemberg (no era periodista) como director periodístico. Intentó retornar a  la idea original para que La Opinión se convierta en un periódico de escritura analítica, organizada, sin notas gráficas, interesantes, novedosas. Se inició de esta manera la segunda época y fue mucho mejor que la pro lanussista, no perdió  su buena distribución, logró un número razonable de avisos y la venta diaria de martes a sábados rondaba en 25.000 ejemplares y los domingos 30.000 mil.

A fines de septiembre de 1974, varios montoneros secuestraron a los hermanos Born, pidiendo 60 millones de dólares por su liberación, mientras tanto, La Opinión se convertía en un serio producto periodístico que daba suficientes ganancias como para tener adelantada la construcción de un edificio de 5 mil metros cuadrados en Barracas, donde funcionaría su redacción. Llegó a vender 120 mil ejemplares.

Posterior al año 1977, el diario no dejó de editarse pero quedó intervenido. El Proceso de Reorganización Nacional chupó a Timerman, lo torturaron con electricidad, intentaron asesinarlo, lo tuvieron 30 meses en prisión, le expropiaron el diario y lo echaron del país. A partir de este hecho, la historia del diario ya es otra.

Dejaron sus heterogéneas huellas en La Opinión, Hermenegildo Sábat,  Osvaldo Soriano, Dante Panzeri, Hugo Gambini, Andrés Bufali, Luis Guagnini, Pasquini Durán, Carlos Ulanovsky, Juan Gelman, Enrique Jara, Enrique Raab, Vicki y Rodolfo Walsh, Marcelo Capurro, Ricardo Halac, Osiris Troiani, Roberto Roth, Pompeyo Camps,  Pablo Ibarra, Julio Nudler, Pablo Kandel, Eduardo Belgrano Rawson, Ernesto Sábato, Roberto Tito Cossa, Tomás Eloy Martinez,  son solo algunos de los que escribieron artículos memorables en sus páginas.

El diario La Opinión formó parte de un nuevo periodismo, más indagador, mejor escrito y destinado a captar un lector exigente.  Por suerte es viable su indagación ya que el mismo ha sido microfilmado  para su preservación y la posibilidad de que las generaciones venideras puedas hacer permanentes  relecturas de los testimonios plasmados en sus páginas.

La Hemeroteca José Hernández de la Legislatura Porteña, atesora y resguarda este bien cultural que se ha transformado en patrimonio de todos sin comprometer los materiales originales, ya que el microfilm evita el deterioro de esta valiosa colección junto a tantas otras y permite que los acontecimientos políticos, históricos, sociales y culturales de nuestro pueblo,  se transmitan a generaciones futuras.

 

Por: Rodolfo Barragán, Director Hemeroteca "José Hernández"

Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires