Dr. René Favaloro
Desde sus 4 años manifestaba su deseo de ser “doctor” Y, finalizado el secundario, ingresa a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. Hace su residencia en el Hospital Policlínico de dicha ciudad, donde se dedica con ahínco al trabajo y a la investigación. Pero, la llegada de una carta, lo cambia todo. Su tío, residente de la localidad pampeana de Jacinto Aráuz , le pide que reemplace por unos meses al único médico del pueblo. Esos “pocos meses” se convirtieron en años. Su paso como médico rural es recordado todavía con admiración y respeto por la gente del lugar. Impactado por las innovadoras intervenciones cardiovasculares de la época, su pasión por la cirugía torácica, revive. En ese momento decide viajar a los Estados Unidos para hacer una especialización. Su idea era quedarse un breve período en el exterior pero, el “breve período”, se convirtió en una década. Su arduo trabajo como residente en el Hospital de Cleveland lo intercalaba con horas y horas de estudio e investigación. En 1967, Favaloro comienza a estudiar la posibilidad de utilizar la vena safena en la cirugía coronaria: la técnica del bypass o cirugía de revascularización miocárdica. Fue el trabajo fundamental de su carrera, que no sólo lo hizo mundialmente famoso en el mundo médico, sino que cambió radicalmente la historia de la enfermedad coronaria. El amor por su país hizo que Favaloro dejara un brillante futuro en EEUU para regresar con la idea de crear en Argentina un centro de similares características al Cleveland Clinic. Con ese objetivo crea en 1975 la Fundación Favaloro, centro que combina la atención médica, la educación y la investigación. La Fundación se convirtió rápidamente en una de las instituciones más respetadas de América Latina y a la que le dedicó su vida. 25 años después de su apertura, el 22 de julio de 2000, la vida del científico se apaga por voluntad propia con un certero disparo al corazón. Las razones de un suicidio siempre son insondables, pero la versión de problemas económicos y de grandes deudas de la Fundación son las que cobran fuerza. Favaloro fue un médico brillante y generoso, un argentino notable que no dudó resignar un futuro promisorio en el exterior para regresar al país. Sus cenizas, por su expreso pedido, fueron esparcidas en la localidad de Jacinto Aráuz donde, por 12 años, ejerció como médico rural.
Nota: la imagen pertenece al diario Página 12